Banco Agrario: expandiendo su alcance en la ruralidad colombiana

Café

Viajar de Ibagué a Planadas es una jornada de apenas 231 km. Sin embargo, ese recorrido se convierte en una odisea de siete horas por una carretera angosta, curva y maltrecha con un solo carril de ida y uno de vuelta. Las condiciones, por supuesto, empeoran en la época de lluvias, cuando las aguas pueden arrasar o bloquear la vía. El estado de las carreteras dificulta enormemente el trabajo de los campesinos de la zona que buscan sacar sus productos a centros de acopio y puertos como Buenaventura. A pesar de todos los tropiezos, los habitantes de Planadas insisten, persisten y no desisten para poder mostrarle a Colombia y al mundo que allí se producen las mejores cosechas.

 

Este es el caso de Café del Macizo, una asociación con 96 productores activos que cultiva cafés especiales de forma sostenible, cuidando del medio ambiente y con un impacto positivo en la calidad de vida de los asociados. Si bien el esfuerzo es enorme, en 2017 los productores alcanzaron la venta de 6.000 toneladas de café por COP $3.400 millones. El buen desempeño de la asociación y sus productores ameritó nuevas necesidades de crédito para capital de trabajo. Esta fue una oportunidad de oro para el Banco Agrario –la entidad estatal colombiana cuya misión es financiar actividades agrícolas, pecuarias y agroindustriales, entre otras– y la Iniciativa de Finanzas Rurales (IFR) a través de su metodología de cadenas de valor, para llevar oportunidades a las zonas rurales más apartadas del país.

 

La metodología de IFR busca financiar cadenas de valor que cumplen con características específicas. Esto redunda en beneficios para la entidad financiera, pues con este modelo no se hace necesario financiar a los productores uno a uno, sino que se hace a través de una empresa ancla como Café del Macizo. Al ser la primera vez que el banco utilizaba el modelo de IFR, tuvo que asumir un proceso de aprendizaje que generó retos y algunas dificultades, que finalmente hicieron de este un ejercicio provechoso y efectivo.

 

Con la metodología de IFR, el Banco Agrario financió a la asociación con COP $45 millones que ayudaron a los productores a acercarse a los mercados comerciales. Más importante aún, el ejercicio construyó lazos de confianza entre la banca y los campesinos, quienes tradicionalmente han visto con temor y displicencia a los bancos. Una experiencia como esta puede tener consecuencias positivas y un impacto duradero en las vidas de personas y organizaciones.

 

Por esto, Café del Macizo se ha convertido en un gran promotor de crear vínculos sanos entre productores de distintos sectores y las entidades financieras. Ellos son los primeros en reconocer y promulgar los beneficios de un crédito bien manejado.

 

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