Han pasado 155 años desde la expedición de la norma que les dio vida a los bancos en el país. Los avances son significativos: cajeros electrónicos, corresponsales bancarios, transacciones digitales y más colombianos con acceso a depósitos y créditos. Reinventarse ha sido clave.
La historia del sector financiero en Colombia está compuesta por una serie de desarrollos que nos facilitaron la vida. En 1975 aparecieron los cajeros automáticos, nueve años después llegaron los datáfonos. Luego ACH Colombia (1997) y un poco más adelante el primer corresponsal bancario (2006), el Botón de Pagos de Seguros en Línea, PSE (2008), las Cuentas de Ahorro de Trámite Simplificado (2009); la Ley que le dio vida a las Sociedades Especializadas de Depósitos y Pagos Electrónicos, SEDPE (2014); y la posibilidad de enviar dinero a cualquier entidad financiera, desde un dispositivo móvil, a través de TransfiYa (2019).
Ha sido un proceso largo acompañado de reinvenciones en la banca central, la regulación y supervisión del sistema financiero. Si hoy pudiéramos regresar al comienzo del milenio sería imposible predecir la foto de 2020. En ese entonces no existían los corresponsales bancarios y menos del 50 por ciento de la población del país estaba bancarizada. Hoy ya son casi 160 mil los corresponsales y más del 80 por ciento de los adultos en Colombia accede a productos de depósito o crédito.
Nos habríamos equivocado, por las mismas discontinuidades del curso histórico, si hubiésemos explicado los procesos digitales de apertura de productos de depósito. Cuando inició el siglo era necesario llenar mil formatos para poder acceder al sistema financiero.
Afortunadamente, los avances tecnológicos y la apuesta decidida del Gobierno y el sector facilitaron un salto, que sigue consolidándose, en la inclusión financiera digital. Aunque seguramente serán muchos más después de la pandemia y del desarrollo de programas como Ingreso Solidario, al cierre de 2019, 4,18 millones de colombianos tenían una cuenta de ahorro electrónica y 6,6 millones un depósito electrónico. Ellos pueden ahorrar, transar, asegurarse y acceder al crédito con productos simples, digitales y a la medida de sus necesidades. De eso, precisamente, se trata la inclusión financiera.
Con certeza el futuro estará lleno de alternativas digitales que aún no alcanzamos a imaginar, pero que nos seguirán facilitando la vida.
Freddy Castro
Director de Banca de las Oportunidades
Twitter: @freddykastro